27 de noviembre de 2010

La tercera edad… ¿Cambia a las personas?

Una recomendación especial para aquellos que diseñan espacios para ser habitados por personas de edad es la necesidad de mantener una gran apertura mental, y gran disposición para escuchar los deseos y expectativas de nuestros clientes maduros, aceptando que sus valores y prioridades no necesariamente coincidirán con lo que los mas jóvenes pudiésemos considerar como mas convenientes.

En el gran mundo de la tercera edad, no solo deberemos atender y responder a condiciones físicas y anímicas diferentes a la de quienes estamos en la edad media, sino también a actitudes y valores que han evolucionado y pueden parecernos extraños.

Para exponerlo mejor, les mostraré el siguiente ejemplo:

Una hija quiere ser anfitriona de una fiesta de cumpleaños para su madre que cumplirá 70 años. Mamá siempre ha sido la "reina de las fiestas" y ha preparado a sus hijos grandes celebraciones para sus propios cumpleaños. Ahora Mamá, sin embargo, insiste en que ella no quiere una fiesta y dice que ni siquiera está segura que quiera celebrar ese gran día en absoluto.
¿Qué le pasa a mamá?

Según una nueva investigación, puede ser NADA EN ABSOLUTO. Ella simplemente podría estar cambiando con la edad. 

Es una teoría del sociólogo sueco Lars Tornstam llamada gerotrascendencia . El Dr. Tornstam sostiene que, así como las opiniones e intereses de la gente joven cambia con los años, el mismo proceso se repite y es frecuente en los adultos mayores.

En algunos individuos, los cambios incluyen una creciente necesidad de soledad, y lazos de amistad menos fuertes que en el pasado. Para otros, como dice Lars Tornstam, se trata que “trascienden las fronteras del tiempo" y procuran una búsqueda que atienda sus intereses y oportunidades con acciones que pueden parecer inmaduras o francamente arriesgadas para alguien de su edad. (¿Alguien quiere practicar paracaidismo?)

En cualquier caso, estos cambios en la personalidad deben ser respetados. 
 
El Dr. Tornstam recuerda a los médicos la importancia de no asignar de forma automática una etiqueta a todo lo que los ancianos están diciendo, haciendo o pensando como "un síntoma de algo malo”, porque simplemente puede ocurrir que “mamá o papá puede haberse convertido, en la vejez, en alguien que piensa diferente de cómo lo hacía en la edad madura." 

 "Quién sabe, tal vez Mamá no está sufriendo depresión. Es posible que simplemente ahora prefiera un íntimo té para dos en vez de una gran fiesta de cumpleaños.” 

Es probable que hayan presenciado numerosos casos de cambios de conducta similares. 
Por eso recomiendo prestar profunda atención en el momento de escuchar, de boca de los propios ancianos, sus deseos y expectativas sobre el ambiente en que desean vivir. Los hará mejores arquitectos. Y tendrán más clientes satisfechos.

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