2 de julio de 2016

Cambios en el concepto de ancianidad

Sebastián Hadida, para La Nación (fragmento)

En los últimos años varios países del mundo desarrollado acusaron recibo tanto de la crisis de los Estados como de la expansión de las esperanzas de vida de la población, de manera que resolvieron correr la edad jubilatoria. Es así como España encaró en 2013 una reforma previsional que elevó el piso de aportes a 35 años y la edad jubilatoria a 67, tanto para hombres como para mujeres. Del mismo modo, en 2012 Italia la fijó en 66 años y determinó que a partir de 2018 se unificará el requisito para uno y otro sexo, por lo que las mujeres también deberán llegar a esa edad para poder jubilarse. También Holanda y Dinamarca se acogieron al mismo criterio y pasaron de los 65 a los 67 años. Y en el mismo sentido, Francia elevó en 2010 de 60 a 62 años el umbral para empezar a recibir haberes previsionales, a pesar de ser un país con una vasta tradición de protección de derechos laborales. La excepción fue Alemania, que en 2014 dispuso reducir de 67 a 63 años, aunque acotado a aquellos trabajadores que hubieran aportado durante 45 años.


Los cambios jurídicos en materia de seguridad social en Europa tienen como telón de fondo, según ilustra la jefa del área de Seguridad Social y Empleo de la Defensoría del Pueblo de la Nación, Julieta Ghioldi, una "nueva realidad demográfica caracterizada por la proporción en aumento de personas mayores dentro de la población", lo que en definitiva acarrea una "elevación de la tasa de cobertura previsional".

La funcionaria cita un informe de la Organización Mundial de la Salud que pronostica que en 2050 habrá en el mundo alrededor de 2000 millones de personas con 60 años o mayores, de las cuales 400 millones tendrán 80 años o más. A su vez, entre 2000 y 2050, la proporción de los habitantes del planeta mayores de 60 se duplicará, pasando del 11% al 22%. En números absolutos, este grupo etario pasará de 605 millones a 2000 millones en el transcurso de medio siglo.

Haciéndose eco de esta realidad, el presidente de la Organización Internacional de Empleadores (OIE), Daniel Funes de Rioja, destaca que "la tendencia que se observa hoy en los países del G20 es a ampliar las edades jubilatorias y mantener activas a poblaciones etarias que antes eran consideradas fuera del mercado laboral".

El abogado, que también es presidente de la Copal y vicepresidente primero de la UIA, analizó que esta "tendencia" tiene una doble explicación. Por un lado, explica que "desde el punto de vista financiero, los sistemas jubilatorios no aguantan" dado que "al mercado laboral entran muchos menos de los que salen por jubilación", a lo que se suma el hecho de que "los que se jubilan viven más".

En segundo término, y al margen de los aspectos de sustentabilidad financiera del régimen, anota que hay una tendencia al alargamiento de la "vida útil" del trabajador producto de las mejoras en las expectativas de vida y a la condición de salud y estado físico a la que se llega en el momento de la jubilación. El trabajador no suele orillar los 65 a duras penas y con la última gota del tanque, sino que todavía tiene resto para prolongar unos años más su servicio a la sociedad.

Para Ghioldi, "una medida de esta envergadura (suba de la edad jubilatoria) no debe ser evaluada en forma aislada, sino que por el contrario debe ser armónica con todas y cada una de las partes que conforman el sistema de seguridad social, las que además deberían ser acompañadas por medidas de protección y generación de empleo joven".

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